Probamos el Focus en carrocería familiar y versión Active asociado al mítico bloque gasolina EcoBoost de 150 CV. Un sinfín de equipamiento, espacio a raudales y un rendimiento de conducción espléndido. Estas son algunas de sus virtudes. Si quieres conocerlas todas, sigue leyendo.
El Fiesta y el Focus llevan consigo la responsabilidad de portar las siglas más prestigiosas dentro Ford: ST200 y RS. Por eso se posicionan, con permiso del Mustang, como los modelos más radicales jamás fabricados por la marca del óvalo.
No son dos simples Focus y Mégane: sus 'apellidos' declaran que sus mayores virtudes relucen al pisar el acelerador. Dos siglas que lo dejan claro.
En la primera década del siglo, la antigua plataforma C1 del Focus sirvió como base tecnológica a los competidores del Golf concebidos por los fabricantes Volvo y Mazda.
Cuando en el año 1998 apareció la primera generación del Ford Focus -un compacto que rivaliza con modelos como el VW Golf o el Renault Mégane-, lo que más llamó la atención de él fue su diseño muy innovador y un excelente comportamiento en carretera.
El Fiesta destaca por su diseño, la calidad de sus acabados y sus cualidades dinámicas. En el Colt sobresale la habitabilidad, la brillantez de su motor y su tecnología “ClearTec”.
Ahí están, el uno frente al otro, como dos culturistas atiborrados de anabolizantes, con la diferencia de que estos también tienen mucho cerebro. Tenemos a dos auténticos gamberros a la entrada de la redacción de AutoScout24.