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Prueba: LML Star 125 4T Bicolor – Como en los viejos tiempos

Parece una Vespa, pero no lo es. De hecho, se asemejan tanto porque una nació gracias a la otra y porque comparten muchos de sus componentes. Y es que hablamos de dos marcas con una vieja e intensa relación.

En Italia, sin ir más lejos, algunos se dieron cuenta del gancho de estas nuevas Vespas indias con motores de cuatro tiempos que LML fabricaba en su propio país fruto de una colaboración con la mítica marca italiana. Con este panorama, se pusieron manos a la obra con el objetivo de cumplir con la normativa Euro3 para comercializarlas también en Europa. Su nuevo distribuidor en España (Global & Team) pone a nuestra disposición versiones para todos los gustos y necesidades y un sinfín de promociones. En este caso hablamos de la versión bicolor del LML Star 125 4T, quizá la más retro y vintage de todas porque además de su original colorido se diferencia del resto de la gama Star por sus bonitos portaequipajes en aluminio, así como por los protectores laterales también en aluminio que llevan consigo los curiosos estribos para el acompañante. Las ruedas en blanco son el complemento perfecto para darle a este escúter el toque definitivo para hacernos viajar en el tiempo y revivir viejas sensaciones.

Esta versión bicolor está disponible en la combinación marfil - naranja y marfil - aguacate, ambas también disponibles con el motor de 150 4T. Se agradece, además, que existan versiones en todos los colores imaginables, como una en un curioso color chocolate, otra en lila con asiento blanco, versiones en mate y deportivas y otras muchas que se pueden personalizar al gusto de cada uno, sin olvidarse de las clásicas motorizaciones de dos tiempos. El precio varía según la versión y la promoción, siendo el de esta bicolor de 125 4T de 3.150 € rebajado actualmente a 2.900 €.

Baja rumorosidad

Donde realmente se diferencia de las Vespa tradicionales es en su motor de 4T, un propulsor muy suave y silencioso que en ocasiones parece estar apagado de lo poco que se oye. Entre otras ventajas destacan un bajo consumo que hace grande su pequeño depósito de 5,5 litros y unas vibraciones que brillan por su ausencia al estar anclado sobre silent blocs. De todos modos, aun siendo un poco más voluminoso, conserva el espíritu al estar bien integrado al casco de la moto en el costado derecho, como siempre ha sido en las Vespa. Tiene dos válvulas, distribución por cadena y está alimentado por un carburador Keihin de 18 mm, y bascula en una sujeción interior que guía sus movimientos. La gran ventaja de este montaje sigue siendo el no tener que contar con transmisión secundaria, poleas o correa, facilitando con todo ello el mantenimiento.

Como garantía de robustez se mantienen el resto de componentes como la transmisión primaria, los piñones de la caja de cambios y el embrague, lo que a la hora de la verdad su conducción nos resulta muy familiar. Tiene unas prestaciones suficientes y sólo se queda corto en subidas muy pronunciadas, en las que tendremos que alargar mucho la segunda velocidad para que no caiga en exceso de vueltas al engranar la tercera. Aun así, es cierto que recupera bastante bien gracias a su par motor de 9,15 Nm a 5.000 rpm, haciendo a menudo innecesario el tener que reducir cuando vamos con una marcha de más. Esto mismo no deja de ser importante con un cambio rudo (como siempre ha sido) y algo lento, por lo que a menudo se agradece el poderse evitar algún que otro movimiento de muñeca. De buen seguro que ésta nos lo agradecerá.      

Un escúter muy ingenioso

Esta versión bicolor, sin duda una de las más vintage, es a la vez una de las más prácticas porque añade a las soluciones más tradicionales otras nuevas que mejoran su funcionalidad. Cabe recordar, por ejemplo, que su chasis monocasco en acero no nos permite beneficiarnos de un espacio bajo el asiento, donde encontramos poco más que el orificio para la gasolina. Este pequeño hándicap se soluciona relativamente gracias a una guantera tan espaciosa que la marca se atreve a asegurar que nos cabe una carpeta tamaño DINA4 en su interior, lo que se confirma al abrirla: es ancha y profunda, y en ella podemos guardar de todo y más. Menos el casco, claro. Por suerte la cosa no acaba aquí porque también disponemos de un gancho para cargar bolsas en el suelo y de los portaequipajes en aluminio que monta esta versión bicolor, que hacen aumentar de forma considerable su capacidad de carga y son parte esencial de su propia personalidad, e incluso pueden ser útiles en caso de caída.      

Otras soluciones que hicieron tan populares en su día las Vespa son el espacio lateral que alberga una rueda de repuesto, tanto la delantera como la trasera porque son fácilmente intercambiables, y el tradicional arranque a patada que se conserva en este motor de 4T por si las moscas, una ayuda muy de agradecer pero de la que prescinden prácticamente todas las marcas por el peso adicional que ello supone.   

Nada nuevo, he aquí su gracia

Además de la suavidad y agradable comportamiento de su motor de 4 tiempos, la LML Star se mueve con mucha solera en los desplazamientos urbanos. Para empezar, su chasis monocasco en acero, además de bonito, es incluso más rígido porque ahora viene con unos pequeños refuerzos de tubos de acero en su interior para soportar el mayor peso y dimensiones de su motor. Esta peculiaridad, junto con el pequeño diámetro de la rueda delantera, hace que tendamos a adelantar nuestro cuerpo hasta el límite del asiento, que dicho sea de paso tiene un mullido muy agradable y espacio de sobras para dos ocupantes de talla grande. Su fuerte, claro está, es la agilidad y no tanto la estabilidad, porque sus ruedas de 10 pulgadas son estrechas y su distancia entre ejes no precisamente larga, todo lo contrario (1235 mm).

Sus frenos no son nada del otro mundo, pero cumplen: el delantero, un pequeño disco, transmite un tacto agradable y hace su función. Aun así, siempre tiene algo de especial frenar con una moto con la suspensión delantera de brazo oscilante diseñada para evitar en lo posible el hundimiento del tren delantero en las frenadas. Nada nuevo tampoco en este sentido, así que mejor no lucirse excesivamente porque las ruedas son las que son. El trasero, que lo accionamos como no podía ser de otra manera con el pie derecho, es más para ayudar al delantero que para frenar puesto que su potencia es más bien justa. Lo que sí resulta sorprendente, en cambio, es lo poco que se notan los baches en una moto de su condición, y aquí sí se nota el buen hacer del chasis monocasco y los amortiguadores, sin desmerecer la labor del asiento, que también ayuda.

Conclusión

Naturalmente no lleva el logo de Vespa por ningún lado, pero conducir un escúter con un cambio de cuatro velocidades a la izquierda y chapa de acero por todos los lados nos hace pensar irremediablemente en ella. Exteriormente, además, no sólo se confunden con facilidad sino que muchos se preguntan si la hemos customizado con nuestras propias manos o si nos hemos dejado un dineral en ella. Entre una cosa y la otra parece una opción muy recomendable para los más nostálgicos que quieran un escúter como los de antaño decorado casi a la carta, con tantos colores, versiones y posibilidades que raro será que encontremos dos iguales.

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