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Prueba: MINI Countryman John Cooper Works – Fuera de lo normal

Las siglas John Cooper Works se unen de nuevo al MINI más grande de todos. El aventurero por excelencia de la firma inglesa añade ese toque picante del preparador para brindarnos un SUV con altas dosis de emoción.

Lo habitual al hablar de un SUV o todocamino es hacerlo de sus capacidades internas, de su buen o mal hacer cuando circulamos por carretera e incluso de si nos atrevemos a salir fuera de la misma. Sin embargo, pocas veces incidimos en el aspecto deportivo del vehículo, y no porque queramos pasarlo por alto, sino porque son pocas las marcas que deciden apostar por unir los términos deportivo y SUV en un mismo modelo.

Por suerte (para todos) MINI tiene una dilatada experiencia en lo que a deportividad se refiere. Nosotros lo comprobamos hace poco en la presentación que la marca organizó por las inmediaciones de Madrid, donde pudimos exprimirlo al máximo por un tramo de rally expresamente cerrado para nosotros, y ahora lo corroboramos con el protagonista de esta prueba: el Countryman John Cooper Works.

Buen trabajo, John

Un modelo que no es nuevo para nosotros ya que hace unos meses lo comparamos con otro de los pocos SUV urbanos Premium que hay en el mercado: el Audi Q2. El todocamino inglés fue el último integrante en adherir las siglas JCW. No vamos a entrar de nuevo a valorar todas las virtudes estéticas y de habitabilidad de las que hace gala el británico, por lo que nos centraremos en cómo va esta variante tan emocional y al alcance quizá de unos pocos, pues su precio de partida está estipulado en nada menos que 39.300 €. Y todo ello si dejamos de lado las múltiples opciones extras de las que hacía gala nuestra unidad, con las que la factura final se incrementaba hasta rozar los 50.000 €.

Un valor alto, sí, pero justificable por tener un todocamino no solo pintón y diferente al resto de la media, sino por lo que se esconde bajo su capó. Hablamos del motor de gasolina turboalimentado, con cuatro cilindros y 2.0 litros. Un bloque que le viene como anillo al dedo y que nos descubre que algunas marcas han dejado de pensar en el downsizing como solución a sus modelos más deportivos. Con esto no queremos decir que el anterior 1.6 THP fuera malo, ni mucho menos, pero las sensaciones se notan diferentes. Se le siente más desahogado, con mucho más empuje desde un régimen de revoluciones bajo y con más ganas de alcanzar velocidades prohibitivas.

No en vano, los 350 Nm de par hace acto de aparición desde las 1.250 rpm, permitiéndonos hundir el pie en el acelerador con la convicción de que vamos a salir ‘escopetados’ hacia delante. Poco a poco, y pese al peso algo elevado que registra (1.615 kilos son buenos pero son 300 más que un JCW de tres puertas), los 4,23 metros de carrocería van cogiendo velocidad (cifra una punta de 234 km/h) y los 231 CV de potencia que genera el bloque de 2.0 litros se presentan ante nosotros.

Huelga decir que es casi obligatorio seleccionar el modo Sport a través del comando central de la caja de cambios para disfrutar de una sonoridad y de un empuje todavía más salvajes. En combinación con la transmisión manual de seis relaciones (hay otra automática Steptronic de 8 relaciones), alcanzamos los 100 km/h en 6,5 segundos para, una vez superada dicha barrera comenzar a juguetear con ella y con el tacto tan duro del que hace gala.

Múltiples caras

Afrontamos el tramo de montaña de costumbre y enseguida percibimos que el Countryman JCW tiene algún que otro as escondido en la manga. Comenzando por la dirección, verdaderamente ágil y precisa. Con un simple toque de volante entra perfectamente en curva, acompañándose de un chasis que trabaja a las mil maravillas y que apenas ofrece balanceos o subviraje (recordar que estamos ante un modelo de 1,61 metros de alto con un centro de gravedad alto). Aquí, el hecho de que la amortiguación también se endurezca con el modo Sport activado, nos ayuda a sujetar el conjunto y a entrar con más confianza en la curva; sin olvidar claro está el efectivo sistema de tracción integral ALL4 que se activa al hundir el acelerador en la curva y nos pega literalmente al asfalto.  

Una vez el gozo ha terminado, es decir, que las curvas se han acabado, una de las ventajas del Countryman JCW es que podemos gozar de un coche para el día a día pulsando girando únicamente el selector de modos. Así es, el MINI más maxi de la historia, incluso en esta versión, es un perfecto compañero de viaje, tanto para ir a diario al trabajo, al colegio con los niños o a hacer la compra (tiene un maletero de 450 litros). Para ello, solo tendremos que seleccionar el modo MID o, incluso, el Green, para así aumentar el confort de marcha y, de paso, ahorrar algo de carburante ya que en modo deportivo es fácil que no bajemos de los 11 litros (en condiciones normales rondaremos los 9,3 litros).

En definitiva, las siglas JCW no solo están perfectamente justificadas en el Countryman, sino que la segunda generación ha conseguido mejorar en múltiples aspectos al todocamino británico para convertirlo en un vehículo más equilibrado y divertido que antes capaz de se ajustarse a las necesidades de cada cliente en función de su estado de ánimo o de su día a día ofreciendo además ventajas inalcanzables para su hermano de tres puertas.

¿Preparado para lo siguiente?

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