El Cupra León es uno de los turismos compactos con mejor comportamiento dinámico de todo el mercado. También es un coche relativamente cómodo y amplio que invita a realizar largos trayectos. Sin embargo, desde su actualización estética y tecnológica en 2024, este modelo no disponía de ninguna configuración con motor diésel de bajo consumo y gran autonomía, por lo que se limitaba a versiones de gasolina, convencionales (ICE) o con hibridación ligera (MHEV), así como a sistemas de propulsión híbridos enchufables (PHEV).

Esto ha cambiado en 2025, momento en el que la marca española, propiedad de Volkswagen, ha añadido un 2.0 TDI con 150 CV de potencia a la cartera del León. Se trata de un impulsor muy conocido desde hace lustros, durante los cuales se ha perfeccionado su funcionamiento y eficiencia, y que se caracteriza por su fuerza desde muy bajo régimen. Eso sí, recibe la etiqueta C de la DGT, que es el distintivo menos ventajoso de entre todos los que se asignan a coches nuevos (quizá, su única pega).

La combinación ideal para quienes lo quieren todo: un automóvil prestacional, pero austero

El Cupra León, en combinación del popular 2.0 TDI con 150 CV, acelera de 0 a 100 km/h en 8,5 segundos y alcanza una velocidad punta de 213 km/h. Sin ser para nada unas cifras referentes, son superiores a las de la media del segmento C y capaces de hacer disfrutar a su conductor. A cambio, esta versión homologa un consumo mixto de sólo 4,9 l/100 km según el ciclo WLTP, lo que, en compañía de un depósito de combustible con 45 litros, concede un rango de alcance por tanque lleno de más de 900 kilómetros, haciéndola especialmente indicada para viajar.

Con turbocompresor de geometría variable y hasta 360 Nm de par que se entregan entre las 1.700 y 2.750 revoluciones por minuto del cigüeñal, el León 2.0 TDI tiene un precio de 35.680 euros, alrededor de 5.000 más que el equivalente de gasolina (1.5 TSI de 150 CV). Es una tarifa elevada, pero por la que se obtiene una transmisión automática de doble embrague con siete relaciones que envía todo el esfuerzo a las ruedas delanteras, un equipamiento generoso de serie y un maletero que, con 380 litros mínimo, no lo es menos.

También es un coste de adquisición que queda parcialmente justificado por la puesta a punto del chasis de este vehículo (con pretensiones deportivas), así como por unas calidades cuanto menos convincentes (sin pisar la categoría “premium”), un buen aislamiento acústico (capital si hablamos de un diésel algo ruidoso) o tres plazas traseras más amplias de lo habitual en esta clase de vehículo (las laterales, pueden albergar cómodamente personas de hasta 1,85 metros de estatura). ¿Lo quieres todo?