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Apuesta segura

Ssangyong mantiene su apuesta por la movilidad alternativa con el GLP como protagonista. Un combustible que, por 2.000 €, podremos equipar en el Tivoli, beneficiándonos de ventajas tanto económicas como de movilidad. En esta prueba a fondo las analizamos todas.

Sin querer hacer de abuelo cebolleta, recuerdo que cuando empecé a escribir pruebas pocos eran los que hablaban de combustibles alternativos. La hibridación era, de lejos, la única apuesta alternativa a la gasolina y el diésel. Sin embargo, al año siguiente y brotando casi de forma espontánea, Repsol anunció que tenía previsto realizar una fuerte inversión en el GLP (Gas Licuado de Petróleo). Un combustible compuesto por una mezcla de propano y butano comprimidos, en donde el 60% es extraído de fuentes de gas natural, mientras que el 40% restante se produce por medio de la destilación del petróleo.

No obstante, la posterior potenciación de la electrificación e incluso la mejora en la distribución de otro combustible alternativo como es el GNC (Gas Natural Comprimido) podrían haber relegado al GLP a un tercer plano. Nada más lejos de la realidad ya que durante el año pasado las matriculaciones de este combustible subieron un 500% en comparación con 2017, alcanzando casi las 20.000 matriculaciones. De hecho, el GLP es el carburante alternativo más consumido a nivel internacional, al estar presente en la actualidad en 25 millones de vehículos, de los cuales, 15 millones circulan por Europa.

Un éxito que viene determinado por la firme apuesta de fabricantes como Ssangyong, el cual oferta dos modelos alimentados por este combustible. Uno es el XLV y el otro, el protagonista de estas líneas, el Tívoli.

Todo ventajas

Quizá muchos piensen que la coreana ha adoptado dicha medida ahora, en un momento en el que todo lo alternativo vende y, sobre todo, en el que la primera opción de compra ya o es el diseño, sino la etiqueta que te otorgue la DGT. En el caso de los modelos alimentados por GLP el distintivo medioambiental no es otro que el ECO, beneficiándose de todas las ventajas que ella implica, como acceder sin restricción al centro de la ciudad en episodios alta contaminación, circular por el carril bus/VAO y disfrutar de bonificaciones de hasta el 50% en las zonas de estacionamiento regulado.

Todo ello sin obviar, como veremos más adelante, la que quizá es su principal ventaja: el precio a la hora de repostar. A día de hoy, frente al 1,39 € que cuesta el litro de gasolina 95 en muchas estaciones de servicio, el GLP se desmarca con una tarifa de 0,75 céntimos de euro, es decir, casi la mitad.

Además, las principales petroleras, lideradas en este caso por Repsol, están también ayudando a que su difusión sea mayor. De las 80 gasolineras existentes hace 11 años (repartidas por todo el territorio nacional), hemos pasado actualmente a más de 550 puntos de recarga. Madrid, Cataluña y Andalucía son las Comunidades Autónomas donde se hay mayor concentración, mientras que La Rioja y Extremadura, ocupan los últimos puestos.

Pocas diferencias

Otra de las virtudes de los modelos alimentados por GLP es que pasan completamente desapercibidos. Cuando te acerques a cualquier concesionario de Ssangyong y preguntes por un Tivoli verás que, externamente, no hay diferencia alguna con el resto de sus hermanos.

Solo en el caso de que abras capó y tapa del depósito verás sus variaciones, determinadas en estos casos por el circuito del gas en el primero, y por la boquilla exclusiva de repostaje, en el segundo, específica para las mangueras de GLP. En el habitáculo, las modificaciones son un poco más visibles, pero tampoco llaman demasiado la atención. La más visual es, sin duda, el conmutador que permite cambiar entre combustibles y que se ubica a la derecha del pomo del cambio. En él se integra el diagrama de la capacidad del depósito de GLP, ya que en el ordenador de a bordo no hay nada que nos indique la autonomía restante.

Un depósito de GLP que se coloca en el espacio destinado a la rueda de repuesto y que, obviamente, provoca que perdamos dicha posibilidad. Tiene un volumen de 40 litros y su forma es toroidal, la idónea para almacenar el gas a la presión requerida.

Así va

Una vez hemos puesto sobre la mesa las principales características del vehículo. Toca lo más importante, conducirlo. El arranque se realiza siempre en gasolina incluso si el conmutador marca lo contrario. La causa principal está relacionada con la temperatura. Una vez adquiere la correcta, el GLP hace acto de aparición de manera imperceptible.

En efecto, la transición entre ambos combustibles es silenciosa, mientras que a nivel de comportamiento el conductor tampoco notará cambios. El motor 1.6 G de 128 CV pertinentemente adaptado para admitir dicho gas, mantiene sus correctas prestaciones: 12 segundos para alcanzar los 100 km/h desde parado y 181 km/h de velocidad punta.

La teoría nos dice que con el GLP, el consumo medio es ligeramente mayor que al emplear gasolina, algo que pudimos comprobar durante la prueba y cuyo cálculo únicamente puede realizarse una vez repostemos, pues en el ordenador de abordo la única indicación que salta es la relativa a la gasolina.

Así, para gastar los 40 litros de depósito, invertimos casi 450 kilómetros, realizando siempre una conducción cotidiana, sin buscar ni la eficiencia ni las prestaciones. Hecho que tampoco es difícil de lograr porque viene integrado en el ADN del Tivoli. Llenarlo de GLP nos costó 30 € (recordemos, a 0,745 céntimos el litro) y el gasto medio rondó los 9 litros. De esta forma, el coste para realizar 100 kilómetros quedaría cifrado en 6,6 €.

Cambiando a la gasolina, este combustible apenas lo empleamos durante 100 km, en los que gastamos poco más de 7,5 litros. Un registro que, de mantenerse constante, nos daría para cubrir otros 626 kilómetros gracias a los 47 litros de capacidad del depósito de combustible. Si los sumamos a los del GLP observaremos que con una única recarga, podremos cubrir más de 1.000 kilómetros, hecho del que no pueden sacar pecho muchos rivales del Tivoli. Económicamente, para llenarle de gasolina 95, tendríamos que pagar 65,33 € (a 1,39 € el litro) es decir, más del doble que con GLP, mientras que cubrir esos 100 km nos ha costado 10,42 €.

Entonces ¿compensa?

Llegados a este punto, surge esta pregunta. De nuevo, la teoría nos dice que el GLP ofrece una movilidad más económica y limpia frente a otro tipo de carburantes, enunciado que parece cumplirse en la práctica, incluso sumando variables como los 2.000 € de más que cuesta el Tivoli GLP frente al Tivoli de gasolina (2.200 € en caso del acabado más básico, Line).

Un sobreprecio que acabaría por amortizarse, a día de hoy, en 52.356 kilómetros (57.591 km en el caso del Line). Y es que los 3,82 € que nos ahorramos cada 100 kilómetros, se convertirán en 382 € a los 10.000 kilómetros (distancia que bien podría cubrir cualquier usuario medio del Tívoli) o 3.820 € a los 100.000 kilómetros, que es cuando expira su garantía del modelo (o los 5 años que también oferta).

En definitiva, la apuesta de Ssangyong por el GLP parece estar cimentada en algo más que una simple etiqueta. Las cuentas salen favorables a este combustible, no solo en lo que a comportamiento se refiere, sino por el desahogo económico que implica y al que también se suma un menor mantenimiento del vehículo, pues el motor sufre menos desgaste de sus componentes, ya que la combustión del GLP es más limpia al tratarse de un gas.

Ficha Técnica Ssangyong Tivoli G16 4x2 GLP Limited

Motor: Gasolina/GLP, cuatro cilindros en línea

Cilindrada: 1.597 cm3

Potencia: 128 CV a 6.000 rpm

Par: 160 Nm a 4.600 rpm

Velocidad Máxima: 181 km/h

0-100 km/h: 12 seg

Consumo (mixto gasolina/mixto GLP): 6,8 / - l/100 km

Emisiones CO2 (gasolina/GLP): 159/131 gr/km

Dimensiones: 4.202 / 1.798 / 1.590 milímetros

Maletero: 423-1.115 litros

Peso: 1.345 kg

Cambio: Manual de seis velocidades

Depósito (gasolina/GLP): 47/40 litros

Precio ud. probada: 22.614euros

¿Preparado para lo siguiente?

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