El Goodwood Festival of Speed es el escenario elegido por Prodrive para presentar el Subaru Impreza P25, un capricho al más puro estilo restomod que podríamos definir como el Subaru perfecto.
Inspirado por el mítico Subaru Impreza 22B presentado en 1998 para conmemorar su campeonato del mundo de rallys, cada uno de los 25 ejemplares del Subaru Impreza P25 realizados por Prodrive nace a partir de un Subaru Impreza WRX de dos puertas.
Una vez desnudados, el especialista Peter Stevens los viste de nuevo con paneles de fibra compuesta en los capós, techo, umbrales y pasos de rueda. Este material y el uso de aleaciones ligeras hacen que el peso del Subaru Impreza P25 se quede en 1.200 kg, todavía más ligero que el 22B original.
En cuanto a la dinámica, el Subaru Impreza P25 monta diferenciales delantero y trasero de tipo LSD y un diferencial central activo, frenos AP Racing con pinzas de 6 pistones y discos de 380 mm en el eje delantero y de 350 mm en el trasero y suspensiones realizadas a medida por Bilstein.
Subaru Impreza P25: 400 CV y medio kilo
Bajo el capó del Subaru Impreza P25 de Prodrive tenemos el 4 cilindros bóxer de 2,5 litros que comercializa hoy la marca, pero aderezado por el picante de Prodrive para alcanzar los 400 CV de potencia y ensamblado junto a una caja de cambios secuencial de 6 marchas con dientes helicoidales y respuesta ultra rápida.
Con esta combinación, el Subaru Impreza P25 acelera de 0 a 100 km/h en menos de 3,5 segundos, lo que significa que es todavía un segundo más rápido que el mítico 22B.
La electrónica moderna ha permitido a Prodrive integrar en la gestión del P25 varios modos de funcionamiento y un freno de mano hidráulico controlado electrónicamente y que desactiva la tracción al eje trasero cuando se acciona, de modo que las ruedas delanteras siguen tirando del coche mientras se hace deslizar la zaga.
Prodrive sólo producirá 25 unidades del Subaru Impreza P25, con un precio por unidad de casi 500.000 euros, y es que no tenemos sueños baratos.