Los aficionados de la marca del rombo aún no han superado el luto. La decisión de Renault de desmantelar su división Renault Sport (RS) para centrar toda su deportividad en la marca Alpine dejó huérfano al mercado de algunos de los compactos y utilitarios deportivos más brillantes de las últimas décadas. Sin embargo, donde ayer hubo un portazo, hoy hay una ventana abierta: el Clio RS podría volver.

Según ha revelado Bruno Vanel, director de operaciones y ventas globales de Renault, la marca no cierra la puerta a resucitar estas siglas si la demanda del público es lo suficientemente fuerte. En una reciente entrevista, el directivo confirmó que la compañía dispone de los recursos técnicos necesarios para crear un nuevo RS, señalando directamente a la nueva generación del Clio como el candidato ideal.

El plan: híbrido y con más de 200 CV

La lógica de Vanel es aplastante: mientras que el Megane ha mutado en un crossover 100% eléctrico, haciendo muy difícil un retorno del concepto clásico RS, el Clio se mantiene fiel a su formato de utilitario. "La buena noticia es que tenemos el conocimiento interno para hacer un coche así", aseguró Vanel.

La clave de este renacimiento estaría en la tecnología híbrida. Renault ya cuenta con sistemas de propulsión capaces de combinar altas prestaciones con las bajas emisiones que exige la normativa europea. Si el proyecto recibe luz verde, el nuevo Clio RS se basaría probablemente en una evolución del sistema E-Tech, utilizando un motor de combustión (posiblemente con el bloque 1.8 litros) apoyado por la parte eléctrica.

El objetivo sería elevar la potencia desde los 158 CV actuales hasta el territorio de los 220 CV, cifra que lo colocaría de nuevo en la cima del segmento de los utilitarios picantes, recuperando las prestaciones que hicieron famosa a la generación anterior. Vanel fue claro: "Esperaremos un par de meses y entonces pensaremos en ello". La decisión final, por tanto, podría depender del entusiasmo que muestren los fans.

Renault Sport: un legado de chasis perfectos

El revuelo que ha causado esta noticia no es casualidad. Hablar de Renault Sport es hablar de la realeza de los tracción delantera. Durante más de dos décadas, los ingenieros de Dieppe lograron algo que parecía imposible: que coches mundanos, pensados para ir al supermercado, se convirtieran en máquinas de precisión capaces de sonrojar a superdeportivos en carreteras de montaña.

La historia de amor comenzó mucho antes de las siglas RS, con iconos como el Renault 5 Turbo "Culo Gordo" de motor central o el inolvidable Clio Williams de 1993, cuyo motor 2.0 atmosférico de 150 CV y llantas doradas marcaron a toda una generación.

Pero fue la era RS la que democratizó la conducción de circuito. Modelos como el Clio RS 182 o el Clio RS 200 Cup (con su famoso motor atmosférico que giraba a más de 7.000 vueltas) son hoy piezas de colección. Su secreto nunca fue la potencia bruta, sino una puesta a punto de chasis obsesiva. Renault Sport inventó soluciones radicales como el Megane R26.R, un coche al que le quitaron los asientos traseros, la radio y hasta los airbags para montar una jaula antivuelco y ventanas de plástico en busca del récord en Nürburgring.

Esa filosofía de coche de carreras matriculado es la que los aficionados temían haber perdido para siempre con la transición a Alpine y la electrificación. Si las palabras de Bruno Vanel se cumplen, podríamos estar ante la última oportunidad de disfrutar de un Clio con "mala leche", chasis afinado y, esta vez, etiqueta ECO.