El nuevo Rolls Royce Black Badge Ghost es el máximo exponente de una marca que ya de por sí simboliza eso, lo máximo. Este nuevo modelo nace tras una profunda actualización del chasis y le grupo propulsor del formidable V12 de 6,75 litros de cilindrada que rinde para la ocasión 600 CV y 900 Nm de par, lo que lo convierte en uno de los Rolls más potentes de todos los tiempos.

Como de costumbre, los procesos artesanales de máxima calidad definen a este producto de Rolls Royce, que cuenta con una carrocería con una pintura de acabado exclusivo en la que 4 capas de pintura logran un efecto negro piano como si la carrocería fuese de porcelana.

Este acabado en negro exclusivo se extiende más allá de la pintura de la carrocería y se lleva a elementos cromados. La calandra delantera, el espíritu del éxtasis... los detalles cromados reciben un tratamiento especial con un pigmento en la electrolisis de las partes metálicas. Así se consigue un acabado oscurecido muy resistente y de sólo unas micras de espesor.

Las llantas están realizadas en fibra de carbono y aluminio con 22 capas de fibra de carbono colocadas en tres ejes, luego dobladas sobre sí mismas en los bordes exteriores de la llanta, formando un total de 44 capas de fibra de carbono para mayor resistencia. Un buje de aluminio forjado en 3D se une a la llanta con sujetadores de titanio de grado aeroespacial y se termina con el emblemático tapacubos flotante de la marca, lo que garantiza que el monograma Double R permanezca en posición vertical en todo momento.

Rolls Royce Black Badge Ghost: personalizado al infinito

Las posibilidades de perfección y personalización son infinitas, como el logo con el símbolo que define este modelo de Rolls Royce. Para la carrocería están disponibles nada menos que 44.000 tonos de pintura, y para el interior también hay infinitas posibilidades, con pieles y acabados para cada gusto.

En la iluminación ambiental del lujoso Black Badge hay toda una constelación de más de 850 estrellas que dan un efecto único al reflejarse sobre las superficies trabajadas al máximo para jugar con la luz y sus matices.

Los característicos aireadores metálicos reciben un tratamiento superficial para darle ese aspecto "ahumado" y evitar que se decolore con el uso y el paso del tiempo, todo para mantener esa coherencia con los detalles del exterior y el nombre de Black Badge.

El motor aumenta su potencia en casi 30 CV y el par máximo de 900 Nm se consigue a sólo 1.700 rpm, para responder con la contundencia de un martillo y la suavidad de una pluma y que las prestaciones signifiquen algo diferente en un Rolls Royce.

Para garantizar la máxima seguridad, este modelo dispone del sistema de tracción total estrenado en el Phantom y para la ocasión se ha retocado el sistema de suspensión y frenos del Black Badge Ghost.