La única unidad del Hirohata Mercury de 1951 acaba de ser vendida en subasta por casi 2 millones de dólares (1,7 millones de euros). Se trata de un coche muy peculiar con una historia detrás más que interesante.
A principios de los años cincuenta, un joven llamado Bob Hirohata compró un Mercury de 1951 y lo llevó al taller de George Barris, en Los Ángeles (Estados Unidos), para que le hicieran un trabajo a medida. Hay que recordar que Barris es creador de automóviles tan emblemáticos como el Batmóvil.
La familia de Hirohata era adinerada, por lo que la inversión económica en la personalización del coche no resultaba un problema. Y es que el joven Hirohata quería algo espectacular y sin parangón.
Hirohata Mercury, el encargo de un joven millonario
Realmente lo consiguió, pues la personalización de la empresa de Barris, produjo este coche diferente a todo lo que se había visto, un automóvil que se convirtió en icónico y en apenas 97 días de trabajo.
Barris primero quitó los pilares B y luego soldó el marco superior de las puertas al techo, creando el primer rediseño de techo rígido Mercury. Con 10 centímetros menos de la altura del techo en la parte delantera y 18 en la parte trasera, el automóvil adquirió una apariencia mucho más aerodinámica, especialmente con la ventana trasera original inclinada para que coincidiera con los cambios en la línea del techo.
Se le añadió una línea de guardabarros que se extendía desde la parte delantera hasta la trasera y todos los emblemas e incluso los tiradores de las puertas se eliminaron para dar al coche un aspecto más suave.
Barris colocó un motor Cadillac en lugar del Mercury original, añadió tres rejillas y faros (a cada lado de los pilares A) de otros modelos de Ford.
La pintura era bicolor: verde hielo pastel en la parte superior y verde orgánico más oscuro debajo de la línea de corte. Además, estaba completado por llantas de Cadillac y el escudo del propio Barris. Dentro, destaca la tapicería en color blanco y verde y la tapa de la guantera personalizada.
Ahora, más de 70 años después y tras varios dueños, acaba de ser subastado por una cantidad increíble de dinero. Es lo que tiene ser un icono.