Dentro del mantenimiento de nuestro coche, si nos preguntaran por los elementos a revisar de manera periódica seguro que saldrían muchos pero probablemente descartásemos el líquido de refrigeración del motor. No obstante, este fluido resulta también muy importante para la buena salud de nuestro vehículo ya que ha de cumplir tres misiones: enfriar la mecánica y mantenerla a temperaturas seguras; evitar congelarse en invierno y proteger el circuito de la corrosión. Para lograrlo, el fluido refrigerante no es simplemente agua, es un producto sintético que va perdiendo propiedades con el tiempo.
Para evitar que un líquido refrigerante deje de ser eficaz y que la corrosión pueda obstruir los conductos o acortar la vida de la bomba de agua o que se congele en el invierno, conviene cambiar el refrigerante de forma periódica y revisar su estado, igual que revisamos los niveles de aceite o del líquido de frenos. Lo ideal es hacerlo cada 40.000 kilómetros o cada dos años en el caso de los líquidos que contienen glicol mientras que los orgánicos aguantan un poco más y se pueden sustituir a los cinco años u 80.000 km.
Elige el refrigerante adecuado
No hay más que entrar en una tienda especializada para comprobar que la variedad de líquidos refrigerantes para motores de coches es realmente amplia. Pero no todos son iguales, algo que se notará tanto en su rendimiento como en su precio. Por lo general, las diferencias vienen por el porcentaje de glicoles, sustancias que actúan controlando el calor o el frío de forma efectiva, que tiene cada envase y por otras características como el pH del líquido o la vida útil que consigue alcanzar.
Es esencial elegir uno de calidad para que la protección térmica del motor sea la adecuada. Es decir, los más económicos pueden no llegar a evitar la congelación del sistema de refrigeración a bajas temperaturas. Además, su capacidad de trabajar a altas temperaturas tiene que ser excelente. Así, el porcentaje de glicoles debe superar el 50 %, mínimo recomendado para tener una cierta seguridad.
No obstante, cuanto más se acerque al 90 %, porcentaje máximo que suele encontrarse, mejor que mejor, ya que es la forma de tener la seguridad de proteger el motor efectivamente.
¿Cómo cambiar el líquido refrigerante?
Esta tarea requiere de pocos conocimientos en mecánica y puede ser llevada a cabo por cualquier conductor que quiera ahorrarse una buena factura del mecánico. Eso sí, debemos tener herramienta y, sobre todo, ser capaces de evitar los vertidos del líquido viejo, que es muy contaminante.
Lo primero que hay que hacer para el cambio de refrigerante es retirar la manguera del líquido que llega directamente al radiador del coche y levantar la tapa del tanque en el que puede comprobarse el nivel de esta sustancia. Con una manguera a presión se debe empezar a introducir agua desde el tanque destapado para que circule por todo el conducto y salga por el tubo que se ha destapado cerca del radiador. Esto debe hacerse hasta que el agua salga limpia, algo que se nota al no estar manchada por el color del refrigerante usado.
Ahora hay que encender el motor del coche mientras se vierte el nuevo refrigerante en el depósito. No tardará mucho en aparecer el color del nuevo líquido mezclado con agua, momento en el que hay que conectar la manguera que llevaba hasta el radiador para que esta pieza se llene con el nuevo líquido. Para terminar se deja el motor encendido unos minutos hasta que alcance la temperatura idónea de funcionamiento, momento en el que el proceso de cambiar el líquido refrigerante habrá terminado completamente y el vehículo estará listo para volver a funcionar.