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Prueba: Triumph Thunderbird Storm – La tormenta perfecta

No del todo satisfechos con el inmenso potencial que esconde la gran Thunderbird, la marca Triumph ha preparado un modelo todavía más exclusivo y poderoso. Con el color negro como gran protagonista, la nueva Thunderbird Storm ofrece más cilindrada, caballos y par motor que el modelo original.

Es decir, que ahora sí hablamos de una muscle-bike en toda regla y no de una simple custom con dos cilindros muy grandes…   En realidad, definir esta moto como una custom a lo grande es del todo lícito, pero no sería lo más justo. La Thunderbird, y más aún en la nueva versión Storm, ofrece algo más: un par motor, una potencia de frenada y una capacidad de inclinar bastante por encima de casi todas las motos americanas. Y eso que no llega a ser tan extrema como lo es su hermana mayor, la Rocket III, aunque nunca antes había estado tan cerca de ella.

Dos son las versiones de la nueva Thunderbird Storm, una en negro mate y otra en una tonalidad más brillante. El precio oscila entre los 15.500 y los 16.200 euros dependiendo de si la queremos con o sin ABS.  

339 kilos de moto

La nueva Thunderbird Storm no presenta cambios aparentes respecto a la versión estándar más allá del nuevo faro doble y del color negro mate, que en este caso invade todos los rincones. No deja de ser la misma moto larga y ancha de siempre colmada de componentes de gran tamaño. La imponente rueda trasera de 200 de grosor, las manetas y los puños de medidas generosas y un depósito en forma de lágrima de 22 litros de capacidad dan a entender cuáles son sus intenciones. En cambio sí sorprende que, tras su oscura y gran presencia, el motor aparezca con un sonido tan suave y tranquilo...

Sea como sea, la Thunderbird es una moto pesada que obliga a apoyar bien fuerte los pies en el suelo para tenerlo todo bajo control. El asiento, cómodo y muy espacioso, está a tan sólo 700 mm del suelo y resulta de gran ayuda en este sentido. Incluso va acompañado de un pequeño asiento para el acompañante, lo cual es de agradecer en motos de este tipo ya que suelen renunciar a esta plaza. Por su parte, al contrario que muchas custom de gran cilindrada, la distancia libre al suelo es lo suficientemente generosa como para no temer siempre por los bajos, y eso simplifica muchísimo algunas maniobras.       

Par motor inacabable

Con la última generación de la Thunderbird, la marca de Hinckley ya sorprendió por la posibilidad de aumentar su cilindrada hasta los 1.700 cc con el kit de potenciación Big Bore. En el caso de la nueva Storm esto ya no será necesario porque esa es precisamente su nueva cilindrada, ahora de 1.699 cc para ser exactos. Para dulcificar las inercias de semejante portento de la mecánica, este bicilíndrico en paralelo tiene el cigüeñal calado a 270º, un eje de equilibrado en cada cilindro y un amortiguador de par. En suma estamos hablando de 156 Nm de fuerza disponibles por debajo de las 3 mil y de 97 cv de potencia, superando de forma considerable las prestaciones del 1.600 de la Thunderbird estándar.

Estas cifras se traducen, a la hora de la verdad, en una disponibilidad de par casi ilimitada. Pasado el ralentí su capacidad de empuje es espectacular y siempre gira muy bajo y tranquilo. Lejos quedan las grandes y hasta cierto punto molestas vibraciones de los motores americanos. Aquí la suavidad es mucho mayor y el sonido muy condescendiente con los vecinos. La única “pega” de tanta disposición de par es que corre más de lo que parece, quizá demasiado: basta con una pequeña insinuación de gas en primera velocidad para sobrepasar la velocidad máxima permitida en ciudad. No obstante, tanta fuerza abajo no significa falta de prestaciones arriba. De hecho, vuelve a sorprender de lo que son capaces los 97 caballos de potencia cuando la aguja se acerca a la zona roja, más o menos sobre las 5 mil. Sirva como ejemplo que en primera velocidad alcanza unos 90 por hora, dejando nuevamente clara su condición de Muscle Bike. Sobre los consumos más vale no entretenernos demasiado.   

Fuera de su territorio

La nueva T-Bird Storm no es, precisamente, una moto ágil y ligera con la que moverse muy a menudo en ambientes urbanos. Ahora bien, lo cierto es que no es tan larga como parece, y tanto los estribos como el manillar quedan relativamente cerca y no hace falta forzar ni brazos ni piernas. El buen mullido del asiento ayuda y también el hecho de que los cilindros estén bastante alejados de las rodillas. Donde sí pueden presentarse algunas dificultades es a la hora de moverla de un lado a otro, puesto que el tamaño de la goma trasera, el elevado peso y la distancia entre ejes complican este tipo de movimientos. Nada que no pueda esperarse de una Muscle Bike como ésta.

Por otro lado, cabe mencionar el tacto y la potencia de los frenos. Para detener sin problemas una moto de 340 kilos de peso con cierta predisposición a ir rápido, unos frenos muy potentes son imprescindibles. Por esto se han montado tres discos de 310 mm de diámetro, dos delante y otro idéntico detrás. Ante todo sorprende la gran potencia de frenada de las pinzas Nissin delanteras, que además transmiten toda la información y tienen un tacto muy agradable. Incluso el freno trasero, en parte gracias al poder de tracción del neumático de 200 de ancho, permite frenar con fuerza antes que intervenga el ABS, o, en su falta, antes que empiece a derrapar.

Temida en la carretera

Como es lógico, una moto tan grande y con un motor tan poderoso te obliga a buscar la carretera. Aunque la T-Bird Storm no es una moto para ser el más rápido, tampoco es fácil contenerse y limitarse a conducir con la misma tranquilidad que sobre una custom. La tentación a abrir gas sin reservas cuando tenemos espacio ante nosotros siempre está presente. Tan sólo hay que tener en cuenta que las curvas llegan antes de lo esperado y que no es una moto deportiva. Aun así el margen de inclinación en los giros es aceptable, y aunque las estriberas tienden a rascar rápidamente en curvas muy cerradas, no suponen ningún problema en giros más abiertos y rápidos. De hecho, parece estar pegada al asfalto porque el aplomo que transmite, más evidente cuanto más elevada sea la velocidad, merece un gran aplauso.

Cuando la carretera se vuelve autopista, y siempre y cuando nos lo propongamos, pocas máquinas serán capaces de seguirnos. Más que una velocidad punta extraordinaria, su punto fuerte es la capacidad de acelerar rápido en cualquier momento y a cualquier velocidad. Por ejemplo en un adelantamiento, salir del rebufo del vehículo que nos precede y abrir gas sin tapujos se vuelve una experiencia muy gratificante. De nuevo como en la ciudad, basta con echarle un vistazo rápido al velocímetro para ver que corre de verdad, aunque sin llegar al extremo de una deportiva. Lo que realmente la hace única es su gran facilidad para recuperarse rápido, sea cual sea la marcha y la velocidad. Y todo esto, al final, aporta una sensación de poder que no vamos a encontrar en ningún otro tipo de motocicleta.    

Conclusión

Por mucho que los tiempos avancen y que la tecnología ofrezca soluciones cada vez más sofisticadas, en el fondo la cilindrada sigue siendo el factor clave dentro de un motor. La sensación de superioridad que se siente sobre una máquina de 1.699 cc es, por sí sola, un auténtico placer. Claro que con una moto de 340 kilos y con estas prestaciones, criticar los altos consumos no tiene sentido; cada cual sabe qué lleva entre manos. De un modo similar podríamos decir que la protección aerodinámica es, más que justa, del todo inexistente.

Pero lejos de este tipo de complicaciones que surgen sobre una moto como la Thunderbird Storm, encontrar algún defecto digno de serlo es casi imposible. Su comportamiento es suave y exquisito: el cambio, los frenos, el motor… todo está en su sitio y funciona perfectamente. El asiento es cómodo y los retrovisores, aunque pequeños, ofrecen una buena visibilidad. Únicamente se echa en falta un tacómetro más grande, ya que, al lado del grandísimo velocímetro, pasa un poco desapercibido.   

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