En el vibrante mundo del automovilismo, solo unos pocos coches consiguen capturar la imaginación de los entusiastas como el Toyota Corolla AE86. Este coche es un auténtico icono de la cultura pop, famoso por su papel protagonista en el manga japonés Initial D. No es un coche cualquiera; es el último Corolla de tracción trasera, una máquina que encarna la esencia del drift y la diversión al volante, y que en este vídeo, de la mano de su apasionado propietario, Alex, exploramos en detalle.
El Toyota AE86, cariñosamente apodado “Hachiroku” (ocho-seis en japonés), es un coche que despierta una auténtica pasión. Su dueño, Alex, es una prueba viviente de esta "enfermedad" automovilística, dedicando incontables horas a perfeccionar este ejemplar. Y es que el AE86 es un coche de gran importancia histórica. Perteneciente a la quinta generación del Toyota Corolla (una de las sagas automovilísticas más longevas), este modelo en particular se fabricó entre 1984 y 1987. A pesar de su corta producción, dejó una huella indeleble, especialmente en el mundo del rally y la competición.
Un coche de mil caras: Trueno, Levin y más
Una de las características del AE86 era su versatilidad. El coche se ofrecía en dos versiones principales, cada una con su propia personalidad:
Trueno: con sus característicos faros escamoteables (popup), que ahora tanto añoramos.
Levin: con faros fijos, un diseño considerado más moderno en su época.
Además de estas opciones frontales, existían dos tipos de carrocería: el hatchback (como el de este video), donde el maletero se integra con el habitáculo, y el coupé, con un maletero separado. Curiosamente, la versión coupé era preferida en rally por su mayor rigidez, mientras que el hatchback era ideal para competiciones de pista como el Time Attack, gracias a su mejor aerodinámica.
A pesar de su popularidad global, el AE86 no se vendió en la España peninsular, a excepción de las Islas Canarias, donde la afición por el rally lo convirtió en una base perfecta para preparaciones de competición. Su rival directo en la época era el Ford Escort MK2, y la competencia entre ambos era feroz.
Un corazón mecánico de pura ingeniería japonesa
Bajo el capó, el AE86 esconde un motor 4A-GE, un propulsor de 1.6 litros con doble árbol de levas y 130 caballos de fuerza. Para su época, estas especificaciones eran excepcionales en un coche de su rango de precio. Contaba con frenos de disco en las cuatro ruedas, inyección multipunto y, en su versión más avanzada, incluso un diferencial de deslizamiento limitado (autoblocante) de serie. Pero quizás lo más sorprendente es su colector de admisión de geometría variable, una tecnología avanzada que optimizaba el llenado de los cilindros, un detalle que demuestra la genialidad de la ingeniería japonesa de aquellos años.
El ejemplar de Alex no es de serie. Después de una reconstrucción exhaustiva, su AE86 ha evolucionado. El motor original de 1.6 litros ha sido reemplazado por un bloque de 1.8 litros, manteniendo la culata original y aumentando la potencia a unos impresionantes 180 caballos. Con un peso de tan solo 900 kg, la relación peso-potencia es espectacular, ofreciendo una experiencia de conducción emocionante y ágil.
A pesar de las modificaciones, el coche mantiene su esencia, demostrando que este clásico es un lienzo perfecto para la creatividad y el rendimiento. Alex lo usa a menudo en circuito, donde su constante evolución le ha llevado a instalar mejoras en la refrigeración, suspensiones, y hasta un capó de fibra más eficiente para mantener las temperaturas bajo control.
Un legado que perdura
El AE86 es una leyenda viviente, un testimonio del ingenio japonés y de la pasión por los coches de conducción pura. Su estatus de icono se ha visto reforzado por la demanda de piezas de repuesto, que incluso llevó a Toyota a lanzar un departamento para fabricar piezas para estos clásicos, algo que nos habla del gran valor que sigue teniendo entre los aficionados.
Desde su fama en Initial D hasta su desempeño en los circuitos, el AE86 es mucho más que un coche antiguo; es una máquina que nos recuerda la diversión y la emoción de conducir. Y mientras Alex siga con sus proyectos, la leyenda del Hachiroku continuará viva, derrapando y repartiendo tofu por las carreteras.