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Primer contacto: Audi A8 Hybrid – Suavidad ante todo

Disfrutar de la clase superior desde otra perspectiva, sin remordimientos de conciencia y sabiendo que cada detención ante un semáforo no supone un aumento inmediato de las ganancias de las compañías petroleras. Ese es nuestro reto para esta semana.

El nuevo Audi A8 Hybrid nos ha acercado un poco más a esta idea de la realidad con un nivel de comodidad y suavidad difícilmente alcanzable... Por fuera todo sigue igual. Aunque el Audi A8 Hybrid puede brillar en un color exclusivo denominado «plata ártico» opcional, son pocos los iniciados que sabrían reconocer la posición especial que ocupa este A8 dentro de la gama de modelos por su color o por sus llantas de aluminio de 19 pulgadas en forma de turbina. En realidad, esto no es de extrañar. Por fuera el primer Audi híbrido de la clase superior es simple y llanamente un A8 normal. Sin embargo, debajo de la coraza de aluminio Audi ha echado el resto para poder hacer honor al lema acuñado ya en los años ochenta y que afirma que la casa se encuentra «a la vanguardia de la técnica».

Reminiscencias técnicas del A6 Hybrid

Al igual que en el recién estrenado Audi A6 Hybrid, Audi apuesta por la combinación del polifacético TFSI de 2,0 litros y un motor eléctrico para el tren de propulsión. Por motivos de espacio y costes, ambos propulsores impulsan únicamente las ruedas delanteras del A8 Hybrid, lo que significa la tracción integral «Quattro» típica de la marca no está prevista para el híbrido.

Los expertos denominan este sistema un «híbrido paralelo» para diferenciarlo de otros sistemas como el del Peugeot 3008 Hybrid4, donde el motor eléctrico y el motor impulsan cada uno un eje y lograr así, al menos en algunos modos de conducción, una tracción integral. La ventaja que ofrece la versión de propulsión de los de Ingolstadt es que la conversión se puede realizar con medios relativamente sencillos. Si bien la utilización por primera vez del motor turbo de cuatro cilindros y 211 CV precisó una modificación estructural en la suspensión, el cambio Tiptronic de ocho velocidades con motor eléctrico integrado –montado también en el A6 Hybrid y en el Audi Q5 Hybrid - se ha podido aprovechar sin necesitar prácticamente ningún cambio.

La clave de esta combinación reside en que el convertidor de par que antiguamente funcionaba dentro de la carcasa del embrague ha sido sustituido por un motor eléctrico suministrado por la empresa Sachs. Esto supone un ahorro de espacio y hace que la unidad sea más compacta. El resto de la tecnología híbrida no es otra cosa que una recopilación de los numerosos componentes desarrollados por la amplia división de desarrollo del Grupo Volkswagen. La compacta electrónica de potencia está situada en el compartimento del motor y recibe alimentación a través de dos grandes cables de corriente procedentes de las baterías de iones de litio situadas encima del eje trasero con una capacidad de 1,3 kWh. Si a esto le añadimos la consabida indicación del estado de conducción en el cuadro de instrumentos, un diagrama de flujo del rendimiento al software del MMI, así como inscripciones identificativas en las puertas de acceso ya tenemos lista la versión híbrida del A8.

Cambio imperceptible

La conducción del A8 Hybrid resulta tan poco llamativa como su descripción técnica, pero estoy hay que entenderlo desde el punto de vista positivo. Puesto que tanto el exterior como el interior son idénticos a la versión normal, el objetivo no puede ser otro que concentrarse plenamente en la interacción entre el motor de combustión y el propulsor eléctrico. Y, sobre todo, en cómo se desenvuelven sus (¿escasos?) 211 CV –más 34 CV eléctricos– con una berlina tan pesada. Y la primera respuesta es: sorprendentemente bien. El Audi arranca suavemente en modo eléctrico, acelera con cierta alegría y en ningún momento revela ninguna deficiencia de rendimiento perceptible. Los que tengan prisa seguramente no disfrutarán tan a menudo del placer de conducir en modo 100% eléctrico como los conductores más sosegados, aunque los cambios de uno modo a otro de conducción están tan conseguidos que es necesario echar un vistazo al diagrama de flujo del rendimiento del sistema MMI para descubrir qué tipo de propulsión está desplazando el coche en cada momento.

Al pulsar el botón «EV» situado en el salpicadero funcionará exclusivamente el motor eléctrico. Éste asume su funcionamiento en solitario hasta una velocidad de 100 km/h y una distancia de hasta tres kilómetros, unas cifras que sus semejantes son incapaces de igualar. En otros modos de funcionamiento es su ingeniosa técnica de regulación la encargada de recargar la batería de forma regular. En este sentido, Audi prescinde en el nuevo A8 Hybrid de una opción adicional de carga («plug-in») a través de la toma de corriente. Esto se debe quizá –aunque no solo– al hecho de que es probable que un cliente de la clase superior no está dispuesto a pelearse con un sucio cable de carga.

Buenas sensaciones

Sin embargo, algo mucho más importante que las cifras es la buena sensación que transmite el Audi A8 Hybrid cuando está en marcha. Sobre todo en conducción por ciudad resulta sumamente divertido intentar mantener el pie del acelerador lo más relajado posible para retrasar al máximo la entrada en funcionamiento del motor de combustión. Las paradas ante un semáforo en rojo ya no se perciben como un tiempo de espera estresante en el que resulta imposible no mirar el indicador de nivel del depósito de combustible, sino que uno se alegra simplemente de la siguiente puesta en marcha suave y disfruta de la elegante atmósfera que reina dentro del A8.

Además, Audi garantiza un confort acorde con su clase gracias al compresor del aire acondicionado eléctrico y a la dirección asistida eléctrica. Lástima que a los desarrolladores no les hayan permitido incorporar a la versión híbrida el sistema de ayuda «Active Lane Assist» que mantiene la trazada del A8 de forma completamente automática. Esto hubiera sido de gran utilidad para una berlina que alcanza los 235 km/h y que está predestinada a recorrer principalmente largas distancias. Sin embargo, los críticos afirman que en este tipo de desplazamientos la propulsión híbrida resulta prácticamente imperceptible, por lo que resulta lógico dudar del sentido que tiene incorporar esta tecnología a una berlina de clase superior.

Cuatro cilindros para la clase superior

Además del hecho de que, por naturaleza, la tecnología nueva y cara se pone siempre primero a disposición de los clientes más solventes, el A8 Hybrid también nos confirma lo bien que se puede vivir en la clase superior con tan solo cuatro cilindros. El ruido del motor no resulta ensordecedor ni siquiera a altas revoluciones, la aceleración incluso en la zona alta del rango de velocidades sigue siendo vehemente y, en caso de necesidad, el motor eléctrico aporta un plus de potencia para mantener en movimiento los 1.870 kilos de peso del A8. Por supuesto que esta versión no es capaz de generar el empuje fulminante de los potentes gasolina V8 o de los motores diésel de seis cilindros, pero uno se da cuenta de que lo que ofrece la versión híbrida resulta suficiente en casi cualquier situación de conducción y que, en realidad, uno nunca tiene la sensación de necesitar más potencia.

La nueva tecnología tiene su precio

Como cabía esperar Audi no se corta a la hora de poner precio a la tecnología híbrida del A8 Hybrid. La carrocería de aluminio, los excelentes acabados, el elevado nivel de seguridad y una costosa técnica de propulsión exigen una contraprestación considerable. Con un precio de partida de 83.400 euros, la versión corta del A8 Hybrid (la versión larga es algo más cara) se sitúa prácticamente al mismo nivel que el diésel de 3,0 litros y potencia similar que con unas emisiones de CO2 de 169 g/km tan solo emite 22 g/km más, aunque a cambio cuenta con la tracción integral Quattro. Sin embargo, reducir el A8 Hybrid a este juego de cifras objetivo sería quedarse corto. De lo que estamos hablando es del surgimiento de una nueva generación de automóviles que demuestra que en ocasiones es cierto el dicho de «menos es más».

Conclusión

El nuevo Audi A8 Hybrid es una prueba de lo bien que ha madurado la tecnología híbrida. Cambios imperceptibles entre los modos de conducción y prestaciones atractivas, todo ello servido en forma de automóvil casi perfecto. Y esta conclusión nos hace plantearnos por qué la casa de los cuatro anillos no cuenta entre su gama de modelos con un A8 normal que monte este cuatro cilindros. A la vista de sus excelentes cualidades en términos de dinámica de conducción y de una reducción de peso de aproximadamente 130 kilogramos, estamos seguros de que sería una versión que gozaría de una buena acogida.

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